Algunos se preocupan, y me incluyo, cuando
escuchamos o leemos las declaraciones de la primera dama Nadine Heredia. Ahora
mismo, se está armando toda una tormenta
alrededor de sus últimas declaraciones para la revista Cosas y se ha
confirmado, por esta misma, que el despacho de Heredia ha estado presionando
para censurar partes de la controvertida entrevista. Al principio, me mataba la curiosidad,
que habrá dicho Nadine ahora, me preguntaba. Me puse a indagar y cuando encontré lo que buscaba no hubo mayor sorpresa. Y es que por lo menos para mí no
ha dicho nada nuevo. Que coordina temas de estado con los ministros, ya lo sabía.
Que ella es la que se pone firme y hace tomar una u otra decisión a su marido,
ya lo sabía. Ya lo sabía, lo sigo sabiendo y me sigue desagradando el papel que
juega Heredia en el ejecutivo, un rol que afecta directamente la vida política
del país. Dicen que es debido al machismo que se la
ataca tanto. Pero se equivocan, y es que acá no se trata de un tema de género
sino de una cuestión estrictamente legal y moral. Si quiere desempeñar las
funciones del presidente de la república, pues que postule a la presidencia,
que haga su campaña en el 2021 y si gana pues ahí recién estaría amparada por
la constitución para hacer todo lo que hace actualmente usurpando funciones y a
espaldas de la ley.
Sin embargo, hay algo que me causa gracia y
es que Nadine no puede con toda esa soberbia y poder que lleva dentro. Ella, lo
tiene que sacar, tiene que ostentarlo por algún lado, la suerte ahí la tuvo la
revista Cosas. Situaciones como esta me hacen pensar que tenemos la suerte de
tener a alguien con la boca tan floja como ella porque a través de la historia
han habido otros personajes nadinescos pero que sabían guardarse todo muy bien. Como García por ejemplo, todos sabemos que como un pulpo mueve sus tentáculos para conseguir lo que quiere, pero es un pulpo reservado, un pulpo que no te cuenta nada. Por lo que debo reconocer con cierta alegría que veo a Nadine mostrarse tal cual es y con ella se
revela un sistema político que deja mucho que desear. Un hombre sin la
suficiente firmeza para tomar las riendas de un país, y un gabinete de
ministros que más parece un gabinete de secretarios de una mujer que ha perdido
la noción de lo que le corresponde. Nadine solo es la cereza de la torta
señores, la punta del iceberg, es solo el reflejo y el símbolo de muchas de las
cosas que caminan mal políticamente hablando en nuestro país. Para suerte de quienes creemos en un cambio, Nadine es un símbolo parlante, un símbolo que poco
a poco nos va mostrando su verdadera naturaleza y la de un sistema que a
evidentes gritos requiere de una sustancial transformación.
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