No, Borea, no le mientas al Perú. Por Franco Gonzales Mejia

Alberto Borea es el clásico viejo zorro de la política nacional. Y en el Perú, lamentablemente, los tipos como él llegan a ser muy exitosos. No hace falta vivir de acuerdo a principios superiores y valores morales, solo basta con aparentarlo. Es así como Borea se presentó en diciembre del año pasado en el Congreso de La República, armando un teatro prácticamente perfecto para defender a PPK. Nos habló de democracia, de los valores republicanos que debían definir a los demócratas, de Montesquieu y de Rousseau, causando el éxtasis intelectual de muchos parlamentarios. Pero su argumentación de fondo era falaz, como lo vuelve a ser ahora. Porque Borea sabiendo de Derecho y de política, te intenta mentir a ti y a mí, porque sabe que conocemos un poco menos que él. Intenta palabrear a los peruanos con un floro perverso, bastante admirable, pero débil en el mismo sentido. Débil porque es falso y las falacias siempre están limitadas y condenadas a ser puestas en evidencia por la verdad.

Borea nos dice que la vacancia contra PPK  es un "Golpe de Estado" e intenta presionar al vicepresidente Martín Vizcarra diciéndole que no tiene la obligación de asumir la presidencia si hay de por medio una “violación constitucional”. Si realmente  Borea se cree las palabras que declara ante los medios, todo nos llevaría a concluir que es un ignorante, pero es obvio que no lo es. Que lo diga Sheput o Gilbert Violeta me puede causar gracia, pero si lo dice Borea me deja mucho que pensar. Porqué Borea sabe perfectamente que la figura de la vacancia presidencial por incapacidad moral está planteada en la Constitución Política de 1993 y es una herramienta de control político que puede ejercer el Congreso. Hasta ahora se han seguido todos los procedimientos y plazos de acuerdo a ley, y este jueves 22, PPK se volverá a presentar en el parlamento para ejercer su derecho de defensa. Llamar a este proceso un Golpe de Estado o un Golpe de Estado institucional resulta absolutamente erróneo en todas las concepciones posibles de la expresión. Más aún cuando el único responsable político de todo este proceso es el propio PPK, quien prácticamente a gritos ha pedido ser vacado tras mentirle a la Comisión Lava Jato (lo cual constituye delito penal).  Además de mentirle a todo el Perú, lo cual constituye una grave falta moral y una traición a la confianza otorgada por los peruanos, al decir que nunca tuvo relación  ni directa ni indirecta con Odebrecht. 

¿Entonces por qué Alberto Borea plantearía algo que él sabe que no es correcto? Pues porque busca desprestigiar la moción de vacancia, destruyendo tanto su esencia como a sus agentes. Porque  sabemos que el sentido de esta vacancia es el de sacar a un corrupto del cargo de primer mandatario de la República, pues es  intolerable que un lobista mentiroso continúe siendo presidente. Pero Borea lo que hace es tergiversar la intención y se inventa la existencia de una amenaza que atenta contra el alma de toda nación democrática: el Estado Constitucional de Derecho. Presenta entonces la vacancia como un acto  destructivo y le importa poco ahondar en la verdad. Se olvida Borea que la verdadera amenaza para cualquier democracia es la carencia de principios y de virtud  en los funcionarios públicos que lideran una nación. Y eso sí lo decía Montesquieu. Igualmente Montesquieu también dijo en su obra cumbre "El Espíritu de las Leyes" que una verdadera democracia se definía por la existencia de un  pueblo que hace valer su soberanía. Borea se hace el ciego ante una realidad que con  pruebas  demuestra que PPK ha perdido la virtud para guiar al Perú  y que el pueblo peruano, que es el que tiene el poder, pide mayoritariamente la partida del presidente. Queda evidenciado que Borea solo cree en los valores republicanos cuando estos le convienen a él o a su patrocinado. Dargent llamó a los hombres  como Borea y PPK,  demócratas precarios.  

Este jueves 22, Borea se volverá a presentar ante el Congreso y ante todo el Perú. Volverá a levantar enérgicamente la voz, volverá a citar a pensadores que se retorcerán en sus tumbas al ser mencionados y tratará  inteligentemente de hacer tres cosas: convencer a los parlamentarios indecisos, dividir a las fuerzas políticas y generar rechazo contra el Congreso ante la opinión pública. No caigamos. Su argumento clave será decirle a la bancada de Fuerza Popular que este proceso de vacancia existe por la única razón de que Fujimori fue indultado, haciéndole sentir a los fujimoristas que están siendo tontos útiles de la izquierda. No caigamos. Hará dudar a los parlamentarios indecisos, haciéndolos sentir como enemigos de la democracia o diciéndoles que se están prestando para el juego político de Keiko Fujimori o de la izquierda. No caigamos. Se dirigirá a toda la patria e intentará mostrar al Congreso como una jauría de perros con rabia que sólo actúa en base a odios. La única verdad será que Borea estará defendiendo a un mitómano empedernido que ha hecho de su vida el perfecto ejemplo de cómo entrar al Estado para favorecer a sus empresas privadas sirviéndose de la función pública. Esto lo ha hecho sin  remordimiento alguno, mostrando cero compromiso por el Perú y faltándole a los tantos juramentos que hizo por Dios y por la patria. 

Estoy lejos de afirmar que este Congreso me produce orgullo. Todo lo contrario, este parlamento también tiene mucho por lo que responder. Sin embargo, hay una cuestión a diferenciar. Mientras que en el Congreso son 130 congresistas, el presidente de la República es uno solo. Es la figura que encarna a la nación y la representa. Es el hombre que debe administrar, conducir y proteger el Perú. ¿PPK puede ser ese hombre? Ya no. ¿El pueblo lo eligió en democracia? Claro que sí. Y en ese mismo sentido es que el pueblo puede sacarlo. Es el Congreso de la República el elegido para ser la voz del pueblo, ahora más que nunca. En esa misma línea democrática,  el Dr. Borea, la señora Mercedes Araoz y todo el clan de defensores de la oscuridad deben reconocer que Martín Vizcarra fue elegido por el pueblo peruano para ser el primer vicepresidente de la República. Quien tiene este cargo debe presidir el poder Ejecutivo ante la ausencia o, en este caso vacancia del presidente. Se ha hablado mucho de lealtades, hasta llegar a llamar traidor a Vizcarra si es que acepta ser presidente. ¡Qué  perfidia, qué  engaño y qué  maldad! La lealtad de Vizcarra jamás se ha debido a un hombre, sino que se debe al Perú y a su Constitución. Confiemos en que este 22 de marzo se marque un hito en la historia democrática del país, un precedente que le diga a los peruanos que si uno entra a los altos cargos del Estado y traiciona la confianza otorgada por el pueblo, será el mismo pueblo el que demande su salida y la haga efectiva. No hay ya lugar para hombres como PPK en el futuro de la historia del Perú, su modus operandi y su praxis lobista son prácticas que debemos extinguir. Esperemos que Vizcarra le sea leal a los peruanos, como es su deber moral y constitucional. El bicentenario y los años venideros deben ser testigos de otras luces en la política peruana. Nuestra responsabilidad es hacer de eso una realidad.